Cuando se analiza de una manera multidisciplinar el problema social de la violencia por razón de Genero es relevante reseñar la influencia que ha tenido, tiene y
tendrá los medios de comunicación y la transcendencia de los mensajes que
transmiten. La utilización de la violencia en la resolución de conflictos
privados y públicos tan extendida en todas las sociedades actuales, aun no
siendo el método comúnmente aceptado y extendido prioritariamente, ha calado en
la potenciación de actitudes violentas en todos los ámbitos sociales, por ende
en las relaciones entre géneros en todos los contextos relacionales; laboral,
sentimental, educacional,…etc.
A través de la comunicación entre particulares se
desarrolla la sensación de
inseguridad. Al transmitir la víctima de
un delito lo que le ha sucedido hace participes a los oyentes, multiplicando el
número de “victimas” morales indirectas que se sienten inmiscuidos en los
hechos victimizantes. Respecto de la violencia sobre la que versa la presente entrada sucede un hecho desigual a lo mencionado, la violencia que padecen las mujeres en el seno de las
relaciones sentimentales es una violencia íntima y sigilosa, que se desarrolla en la esfera más privada de
la vida de la mujer, sin repercusión fuera de las cuatro paredes de la cárcel
en que se convierte su domicilio, sin más testigos generalmente que algunos
vecinos que “bastante tienen con sus problemas” para inmiscuirse en la vida
íntima de terceros, percepción que afortunadamente se ha ido diluyendo con el
paso del tiempo a través de la concienciación social sobre la magnitud pública
que es la lacra de la violencia por razón de género.