domingo, 17 de febrero de 2013

UN ANTES Y UN DESPUÉS...EL CASO DE ANA ORANTES

Diciembre del 2007, el asesinato pocos días después de una mujer que había salido en un programa de televisión haciendo público su maltrato, y la forma de producirse este, siendo rociada con gasolina y quemado al o bonzo en el patio de su casa, casa que compartía, aún no manteniendo ya una relación, con quien durante tantos años se había convertido en su maltratador para finalmente convertirse en su verdugo, causo una gran alarma social que repercutió en grandes avances normativos. Existe un antes y un después a la muerte de Doña Ana Orantes y a ella y a su valentía por dar la cara, se le debe mucho de lo que se ha conseguido desde entonces y hasta la fecha respecto a Violencia de Género...

                                       

Noticia; http://elpais.com/diario/2007/12/16/andalucia/1197760924_850215.html

Cabe reseñar un dato aportado en la noticia que resume lo que ha sido y lo que es la VdG en nuestro país: 


"Históricamente ha carecido de interés social y jurídico...", decía en el año 1998 un Informe del Defensor del Pueblo español sobre los malos tratos a las mujeres en el ámbito familiar.
En el año 1998 hace apenas unos pocos años atrás,  el Defensor del Pueblo se refería a la lacra de la violencia machista, como que había carecido de interés social y jurídico.., este es un hecho fácilmente constatable, no hay más que comprobar como hasta entonces el delito de malos tratos a la mujer dentro de una relación sentimental, en cualquiera de sus variantes; lesiones, coacciones, amenazas, homicidio, asesinato, etc, se consideraba a efectos legales y penales sin dar relevancia al sujeto pasivo del hecho, a la víctima, y sin tener en cuenta que estos delitos no se producían por circunstancias puntuales y transversales de los devenires de una relación sentimentales entre personas de distinto género pero de iguales derechos, sino que eran consecuencia de una situación sistemática de intento de imposición y de dominio del género masculino ante el femenino y que por tanto la relevancia de estos ilícitos penales tenia que ser mayor que las de hechos similares que suceden entre sujetos activos y pasivos que no mantienen relaciones afectivas que derivan en relaciones de control e imposición. 

Eso sucedía en el ámbito jurídico, que aunque lamentable no dejaba de ser el fiel reflejo de lo que sucede en el pensamiento arraigado de una sociedad donde debido a la hegemonía de un sistema patriarcal profundamente instaurado, se consiguió normalizar la violencia machista hasta el punto de mantenerla dentro de las cuatro paredes de los domicilios, donde generalmente se producía, en el hábitat donde esta clase de violencia se hace incontrolable, perpetua. Los casos como los de Ana Orantes sucedían cotidianamente, seguro que tanto o más que en la actualidad, pero la visión sobre estos hechos de maltrato machista estaba totalmente viciada, era un maltrato consentido y no digo "solo" por la mujer que lo padecía, sino y sobre todo, por el conjunto de la sociedad, que hacia oídos sordos y echaba la vista para otro lado ante esta clase de maltrato "colectivo" unos por acción y otros por omisión, que tantas y tantas víctimas dejaba y sigue dejando por el camino y que tanto degrada a la especie humana.  

El ámbito jurídico ha quedado incontestablemente modificado desde la alarma social que se produjo tras la muerte de Dña. Ana Orantes, eso es obvio, muchos han sido los que han intentado con todas sus fuerzas intentar impedir estos avances normativos que han otorgado en ciertos actos procesales y en algunas reseñas legales, leves beneficios a las presuntas víctimas de esta clase de violencia, pero finalmente la lógica y la coherencia se ha impuesto, y se ha conseguido legislar teniendo a la víctima en cuenta, no como se había hecho hasta la fecha siempre manteniendola al margen. No digo que los avances legislativos en esta materia sean los mejores, que no lo creo, pero si reconozco que se ha dotado a la verdadera víctima de violencia de género de cierta luz al final del túnel, luz que hasta estas reformas normativas, era muy tenue por no decir inexistente. 

Entiendo, que no comparto, la postura de ciertos colectivos que consideran la Ley Orgánica Integral 1/2004 del 28 de Diciembre "de medidas de protección integral para las víctimas de violencia de género" una norma inconstitucional  y discriminatoria hacia el género masculino, por considerar que se vulneran varios derechos fundamentales, como la presunción de inocencia del presunto maltratador, etc, pero mi opinión al respecto, aunque entiendo su talante controvertido, es que hay que realizar una escala de Derechos y priorizarlos,  evidentemente prima el Derecho a la vida y a la integridad física por encima de el Derecho a la libertad, más aún cuando estamos hablando de detener (privar de libertad) a un hombre y ponerlo ante la autoridad judicial, generalmente al día siguiente y como mucho a las 72 horas. Lo resultado de la sentencia dista mucho de ser discriminatorio para nadie, basta con analizarlas para darse cuenta que "como es lógico" para condenar a alguien por este o por cualquier otro maltrato o acto delictivo, es necesario que existan una serie de pruebas contundentes que desvirtúen la presunción de inocencia del presunto maltratador.

Otra reflexión independiente y extensa depara el problema del mal uso y el abuso que ciertas mujeres han hecho y hacen en la actualidad de los "beneficios" legales que otorga la L.O.I.V.G, que no lo pongo en duda, no se olviden que en mi profesión se interviene habitualmente en estos casos y se ve de "todo" lo que cualquiera se puede imaginar. Pero es importante no juzgar una Ley por el mal uso que se hace de ella sino hacerlo analizando los beneficios que ha introducido y lo mucho que ha ayudado a tantas mujeres víctimas de esta lacra y que gracias a esta Ley y sucesivas, han conseguido que el maltrato sea un mal recuerdo del pasado. Como ante cualquier vulneración o mal uso de una norma legislativa, luchemos contra este fraude, respecto a los episodios puntuales que se produzcan, no cortando de raíz el árbol que otorga los frutos del que se alimentan las mujeres que necesitan atisbos de esperanza ante su sin vivir. 

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