En ocasiones es conveniente mencionar los constantes privilegios que nos encontramos los hombres por el simple hecho del azar biológico, es decir, por haber nacido de este sexo, hombres.
Estos privilegios los interiorizamos inconscientemente, ya que están presentes en nuestra socialización desde el mismo momento que comenzamos a poseer conciencia sobre lo que somos y representamos en el entramado social en el que interactuamos.
Para exteriorizar
algunos de estos privilegios menos visibles, bien porque interesa su
invisibilidad, bien porque no nos paramos asiduamente a recapacitar sobre
ellos, se procede a realizar un breve recorrido por la socialización de un
hombre cualquiera, recogido en su planteamiento en el articulo de D. Mariano
Nieto Navarro, Ingeniero naval y miembro de la asociación “hombres por la
igualdad de género”, denominado “¿Privilegios masculinos? ¿Qué privilegios?,
del día 30(09/2008):
1. Desde que nací se estimularon una serie de cualidades como mi movilidad, mi iniciativa, mi ocupación del espacio, etc, mis travesuras generaron admiración y risas y se me calificaba “es un nene muy inquieto, como es niño”, cuando mi hermana hacia “fechorías” se le recriminaba, se le decía que se mantuviera quieta, que no gritara, que fuera una señorita…
1. Desde que nací se estimularon una serie de cualidades como mi movilidad, mi iniciativa, mi ocupación del espacio, etc, mis travesuras generaron admiración y risas y se me calificaba “es un nene muy inquieto, como es niño”, cuando mi hermana hacia “fechorías” se le recriminaba, se le decía que se mantuviera quieta, que no gritara, que fuera una señorita…
2. Durante mi infancia y mi
adolescencia goce de más libertad que mi hermana, mis salidas
eran más continuas y extensas que las suyas que eran más controladas y breves, al
más liberado de las labores domesticas tuve más tiempo para el estudio y para mis hobbies, etc.
3. A lo largo de estos años
no tuve contacto con ningún otro modelo masculino que no fuera el tradicional y hegemonico aprendiendo de estos los rasgos que caracterizan a este patrón:
racionalidad, templanza, firmeza, disciplina, fortaleza, independencia, iniciativa,
autosuficiencia, competitividad y un profundo recelo a exteriorizar mis
emociones…, mientras que mi hermana fue
socializada en otros valores prácticamente opuestos, resultando que para mi
sorpresa para la vida pública en sociedad y en el mundo del trabajo en un
futuro tal y como están establecidos los valores sociales y laborales, aquellos rasgos
masculinos que se me fueron inculcando sin entender muy bien su porque, son los
que proporcionan muchas ventajas en perjuicio de los rasgos interiorizados por
las mujeres, distantes de lo que se demanda en las sociedades actuales.
4. Por pertenecer al género masculino he adquirido otras
habilidades que me han proporcionado ventajas en la vida pública, pericias tan
aparentemente insignificantes como contestar exitosamente test de inteligencia
concebidos por y para hombres o adquirir
mejor sentido de la orientación, controlando mejor el espacio físico al
ocupar los chicos durante la infancia el centro del patio corriendo de acá para
allá mientras las chicas permanecían paradas en las esquinas del mismo hablando
de “sentimientos”, o cosas parecidas…
5. Durante mi época estudiantil el 99% de los personajes que
estudié, históricos, literatos, filósofos, científicos, artistas, etc, en el colegio y en la
universidad eran varones.., entre los grandes movimientos sociales que me enseñaron nunca apareció “el
feminismo” ni se hablo de la lucha de tantas mujeres que han influido de forma
tan intensa en la transformación de las sociedades modernas.
6. Esto me llevo a sin
querer a interiorizar el androcentrismo como el modo normal de relacionarse
entre sexos, entendiendo que los hombres
no es que seamos superiores, si no que somos los protagonistas de la
historia, de las historias. Interiorice que era hombre, por lo que era
“protagonista”, comprendí que ser humano es sinónimo de ser hombre y que las
mujeres acompañan en un papel secundario al protagonista…
7. Todo este proceso de
privilegios que me ha ido deparando mi socialización, cristaliza en el que
considero más importante, que he disfrutado toda mi vida y que en la actualidad
sigo y seguramente seguiré disfrutando por el resto de mis días, y es saber que
cuando ando por la calle, cuando me siento en un aula, hago una entrevista,
hablo en una reunión, conduzco un coche, entró solo en un bar.., en fin cuando
vivo, no me siento minusvalorado ni amenazado, sé que todo/as ven en mi un
reflejo del estereotipo masculino y eso en una sociedad sexista como la actual
es una gran ventaja.
8. Siempre se considera que lo que yo digo o hago; mi trabajo,
aficiones, incluso las tareas domesticas que comparto y que se me supra valoran
“que bueno es”, tienen más valor, son más serias que lo que digan o hagan las
mujeres aunque sea lo mismo lo que digan o o
que hagan ellas. Esto se aprecia incluso al expresar opiniones criticas hacia
la masculinidad hegemónica, seguramente se me hará más caso que a cientos de
mujeres que hayan dicho lo mismo antes.., tengo crédito, al fin y al cabo soy
un hombre…
9. Respeto a mi etapa laboral, todos los empleos que he tenido
me han entrevistado hombres, todos mis jefes han sido hombres, siempre se ha
valorado en exceso mi disponibilidad de tiempo y dedicación con la empresa,
disponibilidad y dedicación que no se presupone para las mujeres, más bien lo
contrario, no siendo valorado que esa disponibilidad del hombre viene
determinada por la asimilación por parte de la mujer de gran parte de la
infraestructura vital, como; cuidado de
los hijos, gestión y trabajo doméstico, etc.
10. En los trabajos me he beneficiado de lo que podemos
denominar “la proporción asumida de varones mediocres”, esto es que en los
entornos laborales siempre se ha dado por sentado que ante la mayoría de
hombres, va a haber una proporción de incompetentes, por lo que mis carencias
se han perdonado fácilmente, resultando lo contrario para las mujeres en
minoría que tienen que demostrar día a día que valen para estar ahí. De esto se
depara que una gran cantidad de hombres mediocres llegan y se quedan en puestos
altos simplemente por ser hombres, no por sus méritos.
“la igualdad real
se conseguirá cuando mujeres mediocres sean consejeras delegadas de grandes
empresas”…
11. No pretendo hacer
sentirse culpable a ningún hombre por ser hombre, uno no es culpable de lo que
recibe por naturaleza o por herencia. Lo queramos o no todos los hombres
seguiremos contando con privilegios masculinos. Aunque no seamos culpables de
ser hombres ni de contar con esos privilegios, sí somos responsables de lo que
hacemos con lo que hemos recibido y esa responsabilidad empieza por reconocer
la posición de ese privilegio odioso. Un
segundo paso fundamental es tratar de cambiar la situación renunciando a esos
privilegios.
12. Lo que pretendo es que
llegue el día que podamos compartir la vida en términos igualitarios con las
mujeres que nos rodean. Estas mujeres ya están hartas de hombres salvadores que
piensen y hagan las cosas “por ellas”, y por otro lado, han demostrado y siguen
demostrando que se pueden salvar
perfectamente por ellas mismas, lo que
se trata es de que los hombres, cada hombre, nos salvemos a nosotros mismos de
nosotros mismos.
13. Gran parte de la sociedad, especialmente los hombres, no
admite que la española siga siendo una sociedad sexista y que ese sexismo
produzca efectos perjudiciales concretos
y cotidianos en la vida de las mujeres. No hay que olvidar que los hombres
llevamos muchos siglos perfeccionando los mecanismos sociales y las habilidades
personales que nos permiten mantener la supremacía. Eso no se cambia en unos
pocos años, ni tampoco se puede cambiar solo “desde fuera”, con leyes o medidas
políticas, el cambio verdadero, el que más posibilidades de éxito tiene o
tendría, viene de dentro de cada uno y
por cada uno de nosotros.
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