Que la lacra de la violencia de género tiene sus días
contados es una afirmación tan cierta como precipitada de expresar, cierta
porque el camino que lentamente se está siguiendo para poder darle fin es el
correcto, atacando el problema desde una visión multidisciplinar, es decir,
luchando en todos los ámbitos que tienen capacidad en mayor o menor grado de
repercutir en ir frenando que se siga produciendo maltrato por la razón de la
sinrazón, de la desigualdad de género.
Que existe desigualdad entre los géneros
es evidente, pero una desigualdad natural, biológica y…lógica, ningún
pensamiento pro paritario pretende la igualdad total entre géneros, existe
ciertas distinciones que son insalvables que hay que respetarlas y asumirlas
como normales, pero son desigualdades fruto del ciclo biológico propio, no condicionadas por el proceso socializador,
más aún cuando este se encuentra viciado por la supremacía impuesta del género
masculino sobre el femenino. Las mujeres son mujeres y no quieren ni pretenden
ser hombres ni parecerse, lo que se busca, resultando tan incomprensible que
esto siga sucediendo aún en el siglo XXI, es poseer los mismos derechos,
deberes, y libertades que el género masculino.
La promulgación de leyes, la dotación de recursos de
asistencia y protección, la concienciación social a través del discurso de
determinados colectivos, de medios de comunicación,…etc, son instrumentos de
vital importancia desde el punto de vista multidisciplinar en la búsqueda del
fin de la violencia machista, pero no dejan de ser parches si no se trabaja en
la génesis del problema, es decir, en la interiorización desde la infancia
durante el proceso socializador de los valores, prejuicios y estereotipos que
condicionan la percepción de la desigualdad entre los géneros más allá de las
desigualdades biológicas que la propia naturaleza sabiamente concede.
Que la
educación es el estandarte donde se deben de centrar la mayor parte de recursos
y fomentarla con miras a poner fin al problema de la violencia machista en su
totalidad, es una verdad que es socialmente conocida e interiorizada por quien
corresponde trabajar en la erradicación de esta lacra, prueba de ello es la
referencia explícita que se hace en los textos legislativos que regulan esta
materia a la importancia del proceso educativo para la asimilación de una
percepción paritaria respecto a los géneros. Sin querer parecer redundante, me
encuentro totalmente de acuerdo con esta hipótesis como vía de solución
prioritaria y camino para a través de la prevención vía educación, conseguir la
extinción total de los pensamientos machistas que todavía, aunque en menor
medida, persisten en muchas de las sociedades desarrolladas, y de una forma
tremendamente más acuciada en las sociedades sub desarrolladas.
Para que se produzcan episodios de violencia de género
dentro de las interacciones entre hombres y mujeres se tienen que haber establecido
anteriormente relaciones complementarias donde no prime la visión de igual a
igual, sino que los papeles de ambos se complementen, poseyendo unos
prerrogativas y obligaciones distintas al otro, generalmente impuestas por el
género dominante, resultando ser este el masculino debido a los rescoldos
provenientes de las sociedades patriarcales. El objetivo educacional es
conseguir instaurar relaciones simétricas entre ambos géneros, donde ambos se
identifiquen como iguales, con los mismos derechos y deberes.
Entendiendo que se debe de trabajar en todos los niveles
de prevención mencionados por Caplan (1964); primaria, secundaria y terciaria,
y continuando con la teoría manifestada en el párrafo anterior, parece lógico
pensar que es a través de la prevención primaria, intentando evitar que
aparezca el desorden que genere actos machistas en los jóvenes incipientes en
su proceso socializador, donde mediante esas medidas pre delictuales se intente
evitar la aparición de desajustes sociales, mejorando las condiciones sociales,
ambientales y materiales e incidiendo en la no discriminación por razón de
género, se consiga así evitar la instauración de prejuicios y pensamientos
machistas.
Pero el nivel preventivo primario debe de interactuar con
los demás niveles de prevención, de nada serviría trabajar concienzudamente en
centros escolares en busca de la paridad de género si cuando esos jóvenes
vuelven a sus casas y su entorno siguen socializándose en base a conductas y
roles sexistas, donde la mujer tiene un papel asignado y asumido generalmente
supeditado al del hombre. Es necesario trabajar con los padres que tienen
asumido como normal percepciones y estereotipos sexistas, que aunque muchas
veces no son desencadenantes de violencia machista, sí contribuyen a dificultar
la asimilación por los jóvenes de la igualdad real y total de los derechos y
libertades respecto de los géneros.
Existen estrategias para enseñar a los
padres técnicas de crianza basadas en la comprensión empática y el
razonamiento, para conseguir convertirlos en patrones positivos de refuerzo,
pero para lograr esto, desde el punto de vista del problema que nos ocupa, se
debe de trabajar en desvirtuar esas percepciones sexistas arraigadas en su
personalidad a lo largo de su proceso socializador. Se trataría de que los
padres identificaran las conductas viciadas por estereotipos sexistas para
minimizarlas o erradicarlas y así causar el ejemplo adecuado en la
socialización respecto a la paridad de género en sus hijos.
Respecto a las medidas de sensibilización, prevención y
detección, la Ley Integral 1/2004 de medidas de protección integral contra la
violencia de género, hace especial atención es su articulado, proponiendo las
directrices para que se lleven a cabo cambios en el sistema educativo español,
tanto a nivel de educación infantil, primaria, secundaria, bachillerato, y
formación profesional, como a nivel de la enseñanza para adultos y
universidades.
La formación en todos los niveles, en el respeto de los derechos
y libertades fundamentales, centrándose más pormenorizadamente en la igualdad
entre hombres y mujeres, así como instaurar valores que fomenten la tolerancia
y la libertad dentro de los principios democráticos de convivencia, y el
aprendizaje de habilidades sociales para prevenir conflictos y contar con las
herramientas adecuadas para resolverlos pacíficamente en caso de producirse, es
uno de los objetivos principales del legislador respecto al trabajo de
sensibilización a través de la educación que se plasma en el texto legislativo.
Es
a través de la educación como base dentro del proceso de socialización, donde se esconde la llave que abre
la puerta hacia la igualdad total acerca de los derechos, deberes y libertades de las mujeres
respecto a los hombres por razón de su género. Las sociedades se socializan
amparándose en la transmisión cultural de patrones estereotipados de conducta,
comúnmente asimilados como normales, que
tras la interacción entre géneros donde predominan estos pensamientos
erróneamente interiorizados, se produce como consecuencia principal la continua
sumisión impuesta a la mujer y por consiguiente
la privación de la paridad real entre ambos géneros. La educación a
todos los miembros que conforman el proceso socializador, es la solución a tan
grave lacra social, la violencia de género se conseguirá exterminar cuando todos
veamos la vida a través de las “gafas moradas”, cuando consigamos ver a través
de la feminidad que todos llevamos dentro.
Cierto es que vamos en el barco correcto, navegando hacia la solución del problema, pero el mar que surcamos a diario es un mar picado, muy revuelto, con grandes tempestades y de inmensa dimensión, por lo que la costa se hace lejana, dura de alcanzar. Ha costado mucho llegar hasta donde ahora nos encontramos, muchas victimas mortales por el camino, muchas secuelas físicas y psicológicas a innumerables mujeres; muchas horas, días meses, años de lucha en pro de conseguir lo que no se tenia que haber perdido nunca, la desigualdad entre géneros por causas inventadas e impuestas por mentes retrogradas y misogenas.
Cada día esta mas cerca esa "tierra", pero es justo reconocer que no cabe la confianza en esta lucha, hay que seguir remando todos a una, porque es mas fácil retroceder y perder lo conseguido que alcanzar la ansiada solución definitiva. Llevamos recorrido un largo y duro trazado y es innegable que hemos avanzado bastante, pero mas cierto es que no estamos tan lejos de donde partimos, por lo que hay que perseverar en la contienda y unificar esos esfuerzos de tantas y tantas personas que cada día vemos la vida con las gafas de color morado y no del color del que durante tantos y tantos años nos han querido imponer.
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