lunes, 2 de septiembre de 2013

LA EDUCACIÓN COMO VÍA DE SOLUCIÓN ANTE LA VdG.

Que la lacra de la violencia de género tiene sus días contados es una afirmación tan cierta como precipitada de expresar, cierta porque el camino que lentamente se está siguiendo para poder darle fin es el correcto, atacando el problema desde una visión multidisciplinar, es decir, luchando en todos los ámbitos que tienen capacidad en mayor o menor grado de repercutir en ir frenando que se siga produciendo maltrato por la razón de la sinrazón, de la desigualdad de género. 


Que existe desigualdad entre los géneros es evidente, pero una desigualdad natural, biológica y…lógica, ningún pensamiento pro paritario pretende la igualdad total entre géneros, existe ciertas distinciones que son insalvables que hay que respetarlas y asumirlas como normales, pero son desigualdades fruto del ciclo biológico propio,  no condicionadas por el proceso socializador, más aún cuando este se encuentra viciado por la supremacía impuesta del género masculino sobre el femenino. Las mujeres son mujeres y no quieren ni pretenden ser hombres ni parecerse, lo que se busca, resultando tan incomprensible que esto siga sucediendo aún en el siglo XXI, es poseer los mismos derechos, deberes, y libertades que el género masculino.

La promulgación de leyes, la dotación de recursos de asistencia y protección, la concienciación social a través del discurso de determinados colectivos, de medios de comunicación,…etc, son instrumentos de vital importancia desde el punto de vista multidisciplinar en la búsqueda del fin de la violencia machista, pero no dejan de ser parches si no se trabaja en la génesis del problema, es decir, en la interiorización desde la infancia durante el proceso socializador de los valores, prejuicios y estereotipos que condicionan la percepción de la desigualdad entre los géneros más allá de las desigualdades biológicas que la propia naturaleza sabiamente concede. 

Que la educación es el estandarte donde se deben de centrar la mayor parte de recursos y fomentarla con miras a poner fin al problema de la violencia machista en su totalidad, es una verdad que es socialmente conocida e interiorizada por quien corresponde trabajar en la erradicación de esta lacra, prueba de ello es la referencia explícita que se hace en los textos legislativos que regulan esta materia a la importancia del proceso educativo para la asimilación de una percepción paritaria respecto a los géneros. Sin querer parecer redundante, me encuentro totalmente de acuerdo con esta hipótesis como vía de solución prioritaria y camino para a través de la prevención vía educación, conseguir la extinción total de los pensamientos machistas que todavía, aunque en menor medida, persisten en muchas de las sociedades desarrolladas, y de una forma tremendamente más acuciada en las sociedades sub desarrolladas. 

Para que se produzcan episodios de violencia de género dentro de las interacciones entre hombres y mujeres se tienen que haber establecido anteriormente relaciones complementarias donde no prime la visión de igual a igual, sino que los papeles de ambos se complementen, poseyendo unos prerrogativas y obligaciones distintas al otro, generalmente impuestas por el género dominante, resultando ser este el masculino debido a los rescoldos provenientes de las sociedades patriarcales. El objetivo educacional es conseguir instaurar relaciones simétricas entre ambos géneros, donde ambos se identifiquen como iguales, con los mismos derechos y deberes.          

Entendiendo que se debe de trabajar en todos los niveles de prevención mencionados por Caplan (1964); primaria, secundaria y terciaria, y continuando con la teoría manifestada en el párrafo anterior, parece lógico pensar que es a través de la prevención primaria, intentando evitar que aparezca el desorden que genere actos machistas en los jóvenes incipientes en su proceso socializador, donde mediante esas medidas pre delictuales se intente evitar la aparición de desajustes sociales, mejorando las condiciones sociales, ambientales y materiales e incidiendo en la no discriminación por razón de género, se consiga así evitar la instauración de prejuicios y pensamientos machistas.

Pero el nivel preventivo primario debe de interactuar con los demás niveles de prevención, de nada serviría trabajar concienzudamente en centros escolares en busca de la paridad de género si cuando esos jóvenes vuelven a sus casas y su entorno siguen socializándose en base a conductas y roles sexistas, donde la mujer tiene un papel asignado y asumido generalmente supeditado al del hombre. Es necesario trabajar con los padres que tienen asumido como normal percepciones y estereotipos sexistas, que aunque muchas veces no son desencadenantes de violencia machista, sí contribuyen a dificultar la asimilación por los jóvenes de la igualdad real y total de los derechos y libertades respecto de los géneros.

Existen estrategias para enseñar a los padres técnicas de crianza basadas en la comprensión empática y el razonamiento, para conseguir convertirlos en patrones positivos de refuerzo, pero para lograr esto, desde el punto de vista del problema que nos ocupa, se debe de trabajar en desvirtuar esas percepciones sexistas arraigadas en su personalidad a lo largo de su proceso socializador. Se trataría de que los padres identificaran las conductas viciadas por estereotipos sexistas para minimizarlas o erradicarlas y así causar el ejemplo adecuado en la socialización respecto a la paridad de género en sus hijos.

Respecto a las medidas de sensibilización, prevención y detección, la Ley Integral 1/2004 de medidas de protección integral contra la violencia de género, hace especial atención es su articulado, proponiendo las directrices para que se lleven a cabo cambios en el sistema educativo español, tanto a nivel de educación infantil, primaria, secundaria, bachillerato, y formación profesional, como a nivel de la enseñanza para adultos y universidades.

La formación en todos los niveles, en el respeto de los derechos y libertades fundamentales, centrándose más pormenorizadamente en la igualdad entre hombres y mujeres, así como instaurar valores que fomenten la tolerancia y la libertad dentro de los principios democráticos de convivencia, y el aprendizaje de habilidades sociales para prevenir conflictos y contar con las herramientas adecuadas para resolverlos pacíficamente en caso de producirse, es uno de los objetivos principales del legislador respecto al trabajo de sensibilización a través de la educación que se plasma en el texto legislativo.   

Es a través de la educación como base dentro del proceso de socialización, donde se esconde la llave que abre la puerta hacia la igualdad total acerca de los  derechos, deberes y libertades de las mujeres respecto a los hombres por razón de su género. Las sociedades se socializan amparándose en la transmisión cultural de patrones estereotipados de conducta, comúnmente asimilados como normales,  que tras la interacción entre géneros donde predominan estos pensamientos erróneamente interiorizados, se produce como consecuencia principal la continua sumisión impuesta a la mujer y por consiguiente  la privación de la paridad real entre ambos géneros. La educación a todos los miembros que conforman el proceso socializador, es la solución a tan grave lacra social, la violencia de género se conseguirá exterminar cuando todos veamos la vida a través de las “gafas moradas”, cuando consigamos ver a través de la feminidad que todos llevamos dentro.

Cierto es que vamos en el barco correcto, navegando hacia la solución del problema, pero el mar que surcamos a diario es un mar picado, muy revuelto, con grandes tempestades y de inmensa dimensión,  por lo que la costa se hace lejana, dura de alcanzar.  Ha costado mucho llegar hasta donde ahora nos encontramos, muchas victimas mortales por el camino, muchas secuelas físicas y psicológicas a innumerables mujeres; muchas horas, días  meses, años de lucha en pro de conseguir lo que no se tenia que haber perdido nunca, la desigualdad entre géneros por causas inventadas e impuestas por mentes retrogradas y misogenas.  

Cada día esta mas cerca esa "tierra",  pero es justo reconocer que no cabe la confianza en esta lucha, hay que seguir remando todos a una, porque es mas fácil retroceder y perder lo conseguido que alcanzar la ansiada solución definitiva. Llevamos recorrido un largo y duro trazado y es innegable que hemos avanzado bastante, pero mas cierto es que no estamos tan lejos de donde partimos, por lo que hay que perseverar en la contienda y unificar esos esfuerzos de tantas y tantas personas que cada día vemos la vida con las gafas de color morado y no del color del que durante tantos y tantos años nos han querido imponer. 





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